Diário de Ir. Vanesa Velasco Vargas

Sem categoria jul 11, 2021

Mi historia, desde la mirada de Dios.

Soy Vanesa Velasco Vargas nací en Riberalta Beni Bolivia el 23 de julio de 1990, actualmente tengo la edad de 30 años. Mis padres son Edwin Velasco Pesoa (nacido en el Dpto. de Beni) y Yolanda Vargas Espinoza (nacida en el Dpto. de Oruro).

Vengo de una familia con raíces camba y colla, de religión católica. Somos 8 hermanos, 5 varones y 3 mujeres, yo ocupo el número 6 de mis hermanos.

Infancia: Mi infancia están llenos de bonitos recuerdos, uno de ellos es que me divertía mucho jugando con mis hermanos, pero lo más marcante es que a mis 7 años de edad en 1997, fui con mi mama a la Parroquia Cristo Rey para hacer bautizar a mi hermana Carmen Luisa oda la celebración durante el Sacramento me impactó mucho, de tal manera que desde ese día despertó en mi la inquietud de ir a la Iglesia, pregunte a mama que Iglesia estaba más cerca de la casa. Entonces comencé a peregrinar a la capilla San Martin de Porres que se encuentra en el barrio los Almendros, cada mañana  los domingos a las 6:00 am me levantaba  en silencio me iba a la capilla de participar de la Santa Eucaristía. Esta etapa marco demasiado mi vida para acercar a Dios y a su Iglesia.

Una etapa en que insistí para que mamá me inscribiera al grupo de la Catequesis, fue entonces que comencé a participar de los encuentros casa por casa de las catequesis de la Primera Comunión, eso en 2001; el mismo año recibí a Jesús por vez primera en la Capilla San Martin de Porres, momento donde comienza el toque de Dios en mi vida.

Adolescencia: Con tan solo 12 años de edad, comencé a participar de los encuentros de animación misionera. Fin de año participaba del coro de villancicos para cantar en la navidad.

A pesar que mis padres no eran comprometidos en la Iglesia, me daban todo su apoyo de participar en la Iglesia. Todos los domingos era imperdible de ir a misa. Mi mama a veces me acompañaba. Otras veces solo escuchaba la misa por la radio San Miguel.

A mis 14 años 2005, con inquietud inflamable en mi corazón, fui a la capilla Virgen de Guadalupe para inscribirme al grupo de la confirmación. Cada encuentro de las catequesis me fascinaba, cada vez que se hablaba de Dios yo era feliz. Solo estuve tres meses, luego me enviaron a Santa Cruz de la Sierra-Puerto Quijarro lugar donde vivía mi abuela materna; allá no deje pasar el tiempo, me inscribí nuevamente a la confirmación, durante la semana iba 4 veces a las catequesis. Dios ya me estaba preparando para algo más fuerte en mi vida.

En Quijarro también estaba viviendo con mi abuela, Franklin mi hermano mayor. Poco antes de yo recibir el sacramento de la Confirmación, yo comparto con el que fueron tres monjas a la catequesis, cada una dio su testimonio dos de ellas eran del Beni, lugar donde yo pertenecía, eso me llamo mucho la atención, hizo despertar una vez más algo en mí, que ni yo lo entendía tan claro, también le comento que fue un flechazo el testimonio de cada una de ellas; mi hermano me dice ¿y vos seguro quieres ser monja? ¡Estás loca!, Yo solo quede en silencio un rato, luego le digo que no, que solo quería compartir lo que viví en ese momento de la presencia de las monjas. No volví a mencionar mas ese tema, pero había algo que me quemaba no sabía que era solo deje que el tiempo decida.

Mi hermano se quita la vida, ahorcado en el árbol más grande de la casa, yo ya había cumplido mis 15 años el 23 de julio. Que duro momento, que desafiada me sentía con respecto a mi vida, me sentí muy sola, la abuela estaba en la capital, por lo tanto estábamos los dos en la casa.

Dios no me abandono en ningún instante, a pesar que no teníamos casi amigos los vecinos, colega de trabajo, mis compañeros de la escuela ayudaron mucho con el velorio, etc.

Yo creo que Dios en medio del dolor, de la pérdida de mi hermano mayor estaba algo más grande que yo iría a abrazar. Mi mamá llega de Riberalta hasta Puerto Quijarro para llevarme de vuelta, y así fue. Como me faltaba terminar la confirmación, me volví a inscribir en la capilla San Martin de Porres, en noviembre hago mi confirmación. No fue más, llego el momento oportuno de hacer mi compromiso, servir a la Iglesia; comencé participando del grupo juvenil estuve 6 meses, sentía que me faltaba algo más, el grupo del coro me atraía demasiado hasta entonces yo no me había dado cuenta que la música llegaría para quedarse conmigo. Me comprometí de alma vida y corazón comenzando mi pastoral como catequista de primera comunión en la capilla San Martín de Porres hasta mis 20 años de edad contando con el apoyo de mis padres y familia.

Juventud: Desde mis 18 años había una fuerte inquietud, eso se fue revelando en mis sueños me acuerdo que soñaba que estaba en un lugar sin ruido alguno, mucha paz se sentía, yo me preguntaba ¿dónde estoy? El lugar era totalmente con luz resplandeciente, luego una mano que salía de arriba me llamaba y extendía con firmeza cuando estaba yo acercándome la mano se alejaba de a poco, interesante que cuando vi la mano me sentí confiante y segura. Mi pensamiento dedujo que era la mano de Dios.

Otro sueño que marco mucho en mi fue que yo estaba reunida en círculo alrededor de una olla, eso atrapo mi atención, de esa olla grande salía una voz pronunciando mi nombre y que tenía un mensaje para mí, interesante que de esa olla salió una imagen de una mujer; cuando yo me acerque más para saber cuál era ese mensaje, me dijo la mujer “que pronto lo descubriría” que aún más inquieta después de ese sueño.

Era increíble en esta etapa de mi vida, Dios me iba mostrando tantas señales, una de ella fue como mi primera misión “cuando decidí ser catequista – orar sin cesar por la conversión de mi papa”

En la escuela les enseñaba el catecismo a los niños de primaria, era mi pasión hacer es misión que brotaba con toda libertad.

Cantar para Dios era lo máximo, comencé a pensar que cantando llevaría a Dios a los corazones de las personas. Yo tenía un sueño, tener mi propia guitarra, claro en mi casa había pero yo quería una solo mía para llevarla a donde quisiera. Llego 2010 una oportunidad para mí, participe del festival de canciones cristiana el primer premio era la guitarra, mi sueño se cumplió gane la guitarra, llore de felicidad que bella emoción; en mis catequesis tocaba y cantaba con mis niños, en los encuentros también cantaba y tocaba para el Señor.

Desde aquella vez que le dije a mi hermano mayor que me llamo la atención el testimonio de las monjas, pensé que se me olvidaría o que solo era cosas de adolescente, pero no fue asi; esa voz en mi interior en el silencio y experiencias misioneras en la Iglesia fue madurando y haciéndome pensar más que rumbo daré a mi vida.

Pues ya con 20 años de edad, era increíble lo que me pasaba tenía una necesidad grande en mí ser de ir a la eucaristía, especialmente a la adoración del Santísimo, en el pecho había una sensación fuerte que hacía decir a Dios, ¿Qué quieres de mí? Si quieres de mi algo muéstrame el camino a seguir.

En julio inicie una nueva etapa de mi vida, llegue a la conclusión de todas esas sensaciones que estaba en mí, sentía un vacío algo que llenara mi vida; la conclusión fue de SER HERMANA, pero aun no sabía que significaba ser HERMANA, después de esa conclusión estaba más feliz, empecé a encarar lo más preciado, mi familia… diciéndoles que he tomado una decisión muy importante donde me siento en la plena confianza que ahí seré feliz.

En las misas y en mis oraciones personales le pedía con todas mis fuerzas a Dios que me diera la valentía para decirle a mi familia. Mi mama fue la primera en saber, ella no acepto de ninguna manera. El padre Marcelo se había enterado de la decisión que tome y me hablo de las HERMANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA que viven en Santa Cruz de la Sierra. Durante 6 meses hablándome de la Congregación de las hermanas de la divina providencia. Yo aún quería un tiempo de discernimiento, y así fue, gracias a los encuentros vocacionales y a las orientaciones de loa sacerdotes diocesanos me ayudaron a decidir de una vez por todas, otro momento que me ayudo fueron las lecturas bíblicas del mes de octubre. Diciembre después del retiro espiritual a la semana siguiente, me confesé, fui a hablar con el Obispo Casey el me dio su bendición y me aconsejo. Entonces solo así compre mi pasaje con dirección a Santa cruz de la Sierra, confieso que tenía mucho miedo; pero estaba confiante que donde Dios me estaba enviando yo sería feliz.

Formación en la Congregación:

  • Aspirantado: 23 de diciembre 2010 llego a la comunidad Virgen de Guadalupe en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.

Que bien hace las cosas Dios, durante el aspirantado eh percibido que la gracia del Señor me ha amparado, especialmente en eso momentos de repensar en mi vida, esos momentos de crisis.

Aprendí que desde la oración personal, encontrarse consigo mismo, la vida en comunidad, la pastoral, estudios en la formación, etc.me ayudaron a purificar mis esquemas mentales, moldear mi conducta, mi forma ser.

Dios ha estado en todo este momento inicial de mí la opción a la Vida Consagrada, una de las oportunidades que me ayudaron en el crecimiento de la fe, fue de participar del INTERCONGREGACIONAL

  • Postulado: Un 11 de junio del 2012, ingreso a la etapa del Postulado, que día súper bonito, estaban presentes el Pe. Marcelo (celebrante), Hna. Rosa, Hna. Dulce, Hna. Ruth y de manera especial Hna. Inés Preto de la Coordinación General y algunos invitados. Esta etapa fue marcada por la música, cada momento de escribir en mi diario personal sobre mi experiencia con Dios de mis momentos orantes, como también escribía en el otro diario lo que vivía en la comunidad. Yo vibraba dando catequesis, rezando el santo rosario en las familias, en el barrio organizar el villancico para la navidad; me llenaba de gozo ver a los niños felices, muy participativos, sus padres apoyándoles. Todo ello agradezco a mi comunidad que me apoyaba.
  • Noviciado: 6 de enero 2013, llego a la comunidad del postulado en Sao Miguel do Oeste-Santa Catarina con la Hna. Rosa Heisler que me acompañó, Hna. Julia Espaniol, sale a nuestro encuentro con su bella sonrisa, ya era muy tarde de la noche que habíamos llegado. Para mi en particular me sentía extraña al principio, con el pasar de los días me fui soltando, trataba ser yo misma, lo más original posible; me anime más cuando me presentaron a Jesica e Ignacia con la que haríamos un grupo y durante el mes de enero prepararnos para la entrada al Noviciado.

Era increíble como Dios en su providencia fue abriéndome la mente y el corazón para aprender el idioma (portugués), a relacionarme con las Hnas. y las chicas, era desafiador cuando tenía que hablar, no me limitaba yo para hacerlo. En los momentos orantes me encantaba mucho, el idioma no fue tanto como obstáculo, solo al hablar. Haciendo silencio escuchando más fui comprendiendo otras dimensiones.

Dios me ha dado el dom de la música el de cantar y tocar la guitarra, eso me habría más puertas para adentrarme en las lecturas, formación, cantar en las misas, eso ya fue sucediendo en Viamao – Porto Alegre, lugar, comunidad Cristo Mestre las hnas. que conformaban la comunidad : Hna. Teresinha Menegasse, Nilva Posebom, Irene Ledur y las tres novicias “Jesica de Souca, Ignacia Arce y Vanesa Velasco Vargas”. Lo que más amaba eran los momentos de desiertos, adoración al Santísimo, lectura personal y sobre todo el estar en comunidad.

Las cosas fueron cambiando, las dos novicias se retiran de la Congregación, que feo se siente, pero Dios me ha mostrado el consuelo y la certeza de que quien lo quiere seguir, tener los ojos fijos en El, lo demás seguirá su rumbo.

En el segundo año regreso a Cuiabá Provincia Espíritu Santo, donde hare parte de la comunidad de formación quienes la conformaron: Hna. Lucia (formadora), Hna. Clara, Hna. Silvininha y yo. Todo este tiempo destaco mucho todos mis momentos de oración personal, comunitaria, los retiros mensuales, la vida en comunidad y participar con la Hna. Clara en la misión de visitar con la biodanza en el centro de rehabilitación de dependientes químicos una vez a la semana, con la Hna. Silvininha cada miércoles y jueves íbamos a IRPANDEQ, nos reuníamos con madres de familias para hacer los artesanatos, me alegraba mucho verlas a las mamás también esforzándose, otro memento que participaba era ayudar en la prioridad de los laicos.

  • Juniorado: La considero la etapa con mayores altibajos, pero eso no me impidió a seguir adelante firme en la vida de oración, en la vida comunitaria, en la pastoral y en el estudio académico.

En cada misión que me fue encomendada puse todo mi empeño para la felicidad de quiénes se encuentren conmigo. El estar en Paraguay, en Bahía-Brasil, me sacaron la escama de mis ojos y de mi corazón, la verdad es que uno no enseña, al contrario a uno le enseñan la experiencia de Dios desde la simplicidad, el de darlo todo y lo mejor lo poco que tienen.

Los momentos fuertes para mi fueron los retiros espirituales, mis momentos de oración personal y vida en comunidad. Durante la trayectoria con la ayuda de la formadora conseguí en la medida posible responder a las tareas encomendadas.

Para finalizar, rescato que la formación es un tiempo fuerte de gracia para ayudar a reformarnos de corazón, mente y carácter, inclusive como también a fortalecer la vida de fe, sin la fe uno no es capaz de seguir adelante en todo lo que se vive en la comunidad y fuera de ella. Todo ello para ser una persona, una consagrada digna ante los ojos de Dios.

Tal vez sea la fase final de la etapa de formación  hasta llegar a los votos perpetuos, pero siempre se está muriendo para vivir, siempre aprendiendo, siempre mejorando, sobre todo siempre convirtiéndose.

 

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